lunes, 23 de mayo de 2011

MI OBRA: Serie Brillo: Luz de mañana

Luz de mañana, Óleo sobre tabla, 100x100 cm 2011

domingo, 1 de mayo de 2011

MI OBRA: serie Brillo, La espera II

La Espera II, Óleo sobre tabla 100x100 cm 2011

(Dedicado a Estrella Altair)

Estrella Altair, que ha tenido la gentileza de mostrar algunos de mis cuadros en su blog, me comentaba que le interesan las historias que escribo sobre la motivación de mis pinturas. Por ello voy a contar en esta entrada qué circunstancias rodearon la gestación del cuadro que os presento, La espera.

El paisaje en el que me inspiro pertenece a Canseco, un pueblo de la montaña de León donde suelo pasar algunas temporadas. En verano los prados agostados inundan de luz dorada la atmósfera, y para nosostros los pintores estas luces son como un caramelo. Por las tardes suelo hacer largas caminatas con mis amigos. En esta ocasión se trataba de subir a unos montes sobre los cuales se erigen unas elevaciones rocosas horadadas en algunos puntos, formando cuevas. De esta característica recibe el lugar su nombre: Entrecuevas.

Yo voy siempre con mucho empeño e ilusión a estos paseos, pero ay amigos, en el momento en que ve una ligera elevación en el camino, mi cuerpo serrano protesta y solito se da la vuelta, de esta manera, se opera en mi persona un desdoblamiento de ciencia ficción: mi espíritu vuela con mis compañeros y mi cuerpo físico se queda varado como una estaca.

Y así ocurrió en esta ocasión: el calor de las cinco de la tarde, la ligereza de mis amigos, las enormes rocas y desniveles, y por qué no decirlo, el bamboleo de mi cámara, decidieron en cónclave lo que esta mente ligera, atenazada por unos kilos de más, tenía que hacer las próximas dos horas: esperar a que volvieran.

Los ví subir, cada vez más pequeñitos, y desaparecer. Después, lo primero que hice fue sentarme bajo un gran árbol, y poco a poco, a medida que iba remitiendo la fatiga que me produjo el único intento de encaramarme a una roca, comencé a disfrutar de la suave brisa, de las nubes blancas, de las sombras y de las luces provocadas por un sol que ya iniciaba su declinar. Hubo un instante en que estaba tan concentrada que el cielo parecía proyectarse sobre el campo, que se teñía de azules y malvas. Fueron unos momentos muy especiales para mí, allí sola, en el silencio de la montaña. Esta experiencia es la que he querido expresar en mi cuadro.

Os muestro algunas fotos del paseo. Felices todos, mis amigos con su reto conseguido y yo, como siempre en las Batuecas, jajaja.

Mis amigos iniciando la marcha hacia las cuevas. Yo ya había desistido. Podéis ver las cuevas arriba a la derecha.

Parece fácil, pero no lo es. El grupo abajo a la izquierda.

Yo a lo mío.

El sol de las cinco.

Mirando al sur.

Para mi cuadrito.

Dos horas después. Todos a merendar que nos lo hemos ganado.