Os presento a dos de mi cuatro zánganos. Blanquito y el que está sentado, Tomasín.
Tomasín se gana su pienso apareciendo en algunos de mis cuadros. Es para mí un símbolo de paz interior, de tranquilidad y buena compañía. Y con ese sentido lo retrato en mis escenas. Sus rasgos aparecen con facilidad en mi retentiva visual, de esta manera cuando lo pinto no copio de ninguna foto ni de él en la realidad. Lo que sale es sentimiento y conocimiento de su gesto.
Os muestro alguno de mis últimos cuadros en los que aparece como le gusta estar a él: encima de mis hombros.
En otra entrada os hablaré de mi gato Lucas.


